Un icono vigente

Mariam

Aquel día de finales de verano se presentaba que ni pintado para participar en una competición automovilística. Estaba impaciente por estrenar el modelo plateado que se había comprado días antes y al que estaban dejando a punto en los talleres de un amigo suyo.

Había dormido poco, dándole vueltas a su situación. Apenas hacía un mes que había terminado de rodar su tercera película en ese mismo año, no podía quejarse, y todo hacía suponer que sería otro éxito, puesto que estaba nominado al Oscar por la primera; pero estaba nervioso, no lo podía remediar. Por si fuera poco su adicción al café, entre otras cosas, no ayudaba al sosiego. Todo parecía en orden, ya no estaba sujeto al contrato que le prohibía participar en carreras durante el rodaje. Mientras se afeitaba se miraba al espejo y ensayaba sus típicos gestos de un tímido que escapa hacia adelante. Con sus lentes, totalmente actuales y con el cigarrillo en la comisura de la boca, recto, como para marcar el espacio vital entre su miopía y el espejo roto recientemente, sonreía satisfecho y se introdujo los dedos entre su pelo haciendo canales hacia atrás. Cogió sus vaqueros, y se los puso de un salto, después su camiseta impecablemente blanca con manga corta que cubre hasta el hombro, totalmente actuales, y ya tenemos la imagen en mente.

A las 6 menos 10 de la tarde del día 1 de septiembre de 1955, James Dean se partió el cuello a bordo del Porche 550 Spyder, al que llamaba «Little Bastard» en la autopista de Salinas, (California) hace 57 años.

Ahí nació el mito con todos los ingredientes para serlo: en pleno éxito con premios y estrenos póstumos. Y lo asombroso de no parecer que el tiempo pase por su imagen.

Nos quedamos sin saber qué hubiera sido de su carrera de actor. Sólo que habían pensado en él para la película que finalmente rodó Paul Newman, “Marcado por el odio” (1956), teniendo como partenaire a la que fue su novia durante unos meses Pier Angeli. Hubieran hecho una película juntos, después de su separación, forzada por la madre de la actriz, y posterior boda, que tanto dolor causaron en Dean y también a ella. como dicen que dejó escrito en una carta cuando ella se suicidó.

En sus tres películas: “Al este del Edén”, “Rebelde sin causa” y “Gigante”, interpreta personajes similares a él: introvertido, en oposición a la institución paterna, inconformista, inadaptado social. “Marcado por el odio”, es la historia de un boxeador que tenía problemas con su padre. Se hubiera repetido el esquema que Dean bordaba.

El caso es que viendo actuar a Paul Newman en esa película nos hacemos idea de cómo estaría James Dean. Los dos actores formados con el método estadounidense impartido en el Actor’s Studio tienen el toque de trabajo muy parecido, pero a Newman le vimos evolucionar. Dean nos dejó con la duda de saber cómo se hubiera desenvuelto en otros papeles más alejados de su personalidad y comprobar si en realidad actuaba o se limitaba a ser él.

De nuevo, le recordamos corriendo en su «Little Bastard» y después nada. Se inventaron sobre él muchas leyendas y asuntos feos, pero no consta que fuese así. Por lo tanto, preferimos recordarlo con un sentimiento nostálgico.

Se convirtió en icono de belleza juvenil; de rebelde, como corresponde a esa edad; de independiente, como se anhela cuando se tienen tantos años por delante. Y sólo llegó a los 24.

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